Aplicaciones
Fitosanitarias
El objetivo de un tratamiento fitosanitario es distribuir un
producto plaguicida de manera eficiente y respetuosa con el operador y con el
medio ambiente. Para ello, el tratamiento debe:
·
realizarse de manera segura para el operador
·
controlar adecuadamente la plaga, influyendo lo
menos posible en la fauna útil y en el resto del ecosistema
·
dejar en el fruto la menor cantidad posible de
residuos que puedan afectar a la salud humana
·
ser económicamente rentable
La aplicación de la
mayor parte de los tratamientos fitosanitarios se realiza mediante
pulverización o espolvoreo. La pulverización consiste en el fraccionamiento en
gotas de un caldo, que es la mezcla del producto fitosanitario con un líquido
(normalmente agua), y su reparto sobre toda o parte de la superficie de los
árboles. El espolvoreo se basa en distribuir, por medio mecánicos o neumáticos,
partículas finas de productos en polvo. También se aplican productos sistémicos
a través del riego o mediante inyecciones en el tronco, pero en este capítulo
no nos referiremos a estos tratamientos, ya que actualmente no están muy
mecanizados.
Casi todos los
tratamientos insecticidas que se aplican a cítricos se realizan mediante
pulverización hidráulica. Para ello, el caldo se hace pasar a presión por un
orificio practicado en la boquilla. La resistencia que opone el orificio a la
vena líquida a presión produce la fragmentación en gotas. La propia presión
proporciona la energía necesaria para su transporte.
Cuando para
favorecer el transporte de las gotas hacia la vegetación y remover las hojas de
los árboles se utilizan corrientes turbulentas de aire producidas por un
ventilador se produce lo que se conoce como pulverización hidráulica
asistida por aire o pulverización hidroneumática.
Al aplicar un
producto fitosanitario se pretende que éste alcance el objetivo. Sin embargo,
parte del caldo se escurre de los árboles y cae al suelo (es lo que se denomina
escorrentía) o sale de las copas de los árboles y se dirige hacia la atmósfera
(deriva) (Figura 1). La norma ISO 22866 define como deriva a la cantidad de
producto fitosanitario que se transporta fuera del área tratada por la
acción de las corrientes de aire durante el proceso de aplicación. Para que un
tratamiento sea eficiente, a la vez que respetuoso con el medioambiente, es
necesario minimizar las pérdidas por escorrentía y deriva y conseguir un
recubrimiento adecuado de determinadas partes del árbol.
El tamaño con que se
producen las gotas influye tanto sobre la eficacia del tratamiento para
controlar la población del fitófago como sobre la eficiencia del mismo. Por un
lado, las gotas deben ser pequeñas: a igualdad de volumen aplicado, se consigue
un mayor recubrimiento de la superficie cuando el diámetro de los impactos es
menor. Además, las gotas pequeñas se adhieren mejor a los órganos de la planta
y no escurren. Por otro lado, cuanto mayor masa tienen las gotas, más
fácilmente se pueden dirigir (se ven menos afectadas por los fenómenos de
deriva) y se evaporan más despacio. Así pues, para una correcta
aplicación se debe conseguir un equilibrio: la gota debe ser lo suficientemente
pequeña para producir un adecuado recubrimiento y no escurrir, y lo
suficientemente grande como para poder ser dirigida adecuadamente, no
evaporarse antes de llegar a la planta y permanecer un tiempo suficiente sobre
ella.
Figura 1. Distribución del
producto fitosanitario pulverizado. Deriva y escorrentía.
Existen tres
factores que influyen sobre la efectividad del tratamiento para controlar una
plaga: la capacidad biocida del producto, el momento en que se realiza el
tratamiento y la correcta selección y adecuada regulación de la maquinaria, que
es la responsable de proporcionar el caudal de caldo y el tamaño de gotas
adecuados al tratamiento.
La capacidad biocida de los productos
fitosanitarios debe ser demostrada a la hora de su registro. Toda la
información sobre qué productos están registrados en cítricos para las
diferentes plagas se puede encontrar en página web del Ministerio de Medio
Ambiente Rural y Marino (MARM) (http://www.mapa.es/es/agricultura/pags/fitos/fitos.asp).
Asumiendo que se
utiliza un producto con la capacidad biocida adecuada, el momento en que se
aplica influye mucho en su eficacia, pues ésta depende enormemente del estado
de desarrollo en que se encuentran las formas vivas de la población de la plaga
y de las condiciones meteorológicas. Como se ha visto en los capítulos
anteriores, a medida que los individuos se desarrollan, varía su sensibilidad a
la acción de los productos fitosanitarios, ya que pueden desarrollar escudos,
colonias, telarañas o excretar sustancias que los protegen y evitan o reducen
la posibilidad de que el producto alcance sus órganos sensibles. Por este
motivo, se recomienda realizar los tratamientos cuando existe una mayoría de
individuos que se encuentra en la fase más sensible al producto.
Por lo que se
refiere a las condiciones meteorológicas, existen intervalos favorables de
temperatura, humedad relativa y velocidad del viento que aumentan la
persistencia del producto o favorecen la llegada del mismo hasta el objetivo.
Así, como norma general, se recomienda realizar los tratamientos a temperaturas
menores de 25 °C, humedades relativas superiores al 50 % y prácticamente en
ausencia de viento (vientos menores a 2 km/h). En condiciones de temperatura
alta o humedad relativa baja, se produce una fuerte evaporación de las gotas de
pulverización, lo que provoca una disminución de su tamaño y favorece la
deriva, llegando incluso a producir su desaparición antes de que alcancen el
objetivo. Asimismo, si las condiciones meteorológicas producen una rápida
evaporación del producto depositado sobre el árbol, su efecto biocida puede ser
menor, ya que disminuye el tiempo de exposición de la plaga al mismo.
El exceso de viento
incrementa la deriva, lo mismo que las corrientes verticales que se producen
cuando el aire que está en contacto con el suelo se calienta y asciende. Estas
situaciones de inestabilidad atmosférica se dan, por ejemplo, en las horas
centrales de los días de verano, sobre todo en las zonas en las que rigen las
brisas litorales.
Por lo
general, los profesionales del sector tienen mucha información sobre los
diferentes productos fitosanitarios que hay en el mercado. Sin embargo, falta
información sobre la manera correcta de distribuirlos y la eficacia de los
tratamientos depende mucho de la forma en que se aplican. De aquí la
importancia de la correcta utilización y mantenimiento de la maquinaria.
Como comentamos anteriormente, para una correcta
pulverización del producto la máquina debe proporcionar un tamaño
adecuado de las gotas, que depende del modo de actuación del producto y
de la plaga que se pretende controlar. Según su modo de actuación, los productos
fitosanitarios se clasifican en:
·
De contacto: son aquellos que al entrar en contacto
con los fitófagos penetran en los mismos.
·
De inhalación: producen vapores que afectan a los
fitófagos al ser respirados
·
De ingestión: son productos que son tóxicos al ser
ingeridos por los fitófagos.
·
De sofocación: actúan físicamente, bloqueando las
vías respiratorias. Un ejemplo típico son los aceites minerales, que no actúan
por contacto sino cubriendo las vías respiratorias del fitófago.
Teniendo en cuenta el modo de acción de los
productos y el tipo de plaga a combatir, los tratamientos fitosanitarios
también se pueden clasificar según su modo de distribución, distinguiendo
entre:
·
Tratamientos de cobertura. Son los que se emplean
más habitualmente en citricultura puesto que la mayoría de las plagas se fijan
a los órganos vegetales o tienen reducida movilidad. En ellos se pretende un
gran recubrimiento en determinadas zonas del árbol para aumentar la
probabilidad de alcanzar al fitófago. Para ello, se utilizan grandes volúmenes
de caldo. Sin embargo, en los tratamientos de cítricos es muy difícil conseguir
un recubrimiento homogéneo dada la forma globosa y el denso follaje de
los árboles, fundamentadle ahí la importancia de ajustar correctamente las
máquinas.
·
Tratamientos cebo: En estos tratamientos el
objetivo es atraer al insecto hacia el insecticida, por lo que su eficacia no
depende tanto del recubrimiento. Se emplean en el caso de plagas móviles, como
la mosca mediterránea de la fruta. Para ello se trata de pulverizar el producto
junto con un atrayente para formar pequeños depósitos sobre la vegetación, que
actúen como un cebo. En general, no es necesario aplicarlos sobre las
copas de todos los árboles, ni penetrar en el interior de las mismas. En
general, los tratamientos cebo necesitan tamaños de gotas grandes (1-4 mm de
diámetro) para aumentar el tiempo de permanencia del producto sobre el árbol y
no requieren elevados volúmenes de caldo.
·
Tratamientos sistémicos: se distribuyen por el
árbol gracias a que se transportan por la savia. En ellos no se necesitan
grandes recubrimientos.
El tamaño y cantidad
de las gotas en que se distribuye el producto depende del tipo de boquilla, de
su sección de salida y de la presión con que llega el caldo hasta la misma,
además, de las características intrínsecas del líquido a pulverizar. En una
boquilla, a mayor presión se distribuye más cantidad de caldo y se consiguen
gotas más finas, por lo que es fundamental seleccionar adecuadamente las
boquillas y controlar la presión para producir un adecuado tamaño de gotas.
Desde el punto de
vista del ajuste de la maquinaria, un tratamiento homogéneo se consigue
seleccionando adecuadamente:
·
la presión de trabajo y el tipo de boquilla con que
se realiza el tratamiento, que debe producir el tamaño de gota deseado.
·
la velocidad de trabajo, que hace variar tanto el
recubrimiento que se alcanza como la cantidad de producto que se deposita por
unidad de superficie,
·
en el caso de los pulverizadores asistidos por
aire, el caudal y la velocidad del mismo, para alcanzar las zonas que se
pretenden tratar y mover las hojas para que el producto se deposite en toda la
superficie objetivo.
Equipos
Fitosanitarios
Los equipos que se emplean para realizar
tratamientos fitosanitarios contra las plagas de los cítricos son de pulverización hidráulica, con y sin asistencia de aire.
A continuación se indican los equipos que se emplean:
Mochilas
Se trata de equipos
con depósitos de plástico de poca capacidad, que se cuelgan a la espalda a modo
de mochila, de ahí su nombre (Figura 2). En función de su fuente de
energía existen dos tipos de mochilas: manuales y eléctricas.
Figura 2. Mochila de pulverización.
En las manuales la
presión se genera continuamente por el operador, quien acciona una
pequeña bomba con una palanca. Por norma, esta palanca debe poder ser
fácilmente instalada a la derecha o a la izquierda del operario. El
depósito dispone de una cámara de aire que actúa como acumulador de presión.
Esta cámara debe tener un volumen de al menos diez veces la cilindrada de la
bomba, para conseguir una salida de líquido a presión aproximadamente constante
sin necesidad de un bombeo rítmico continuo. Las bombas pueden ser de pistón
(hasta 6 bar) o de membrana (hasta 4 bar).
En las mochilas
eléctricas la presión se genera con una bomba eléctrica, generalmente de
membrana, alimentada por una batería. Ambos tipos de mochila la distribución
del producto se realiza con una lanza, al final de la misma se encuentra una
boquilla o varias de ellas acopladas a una pequeña barra.
El mercado ofrece
una gran oferta de mochilas, pero todas ellas deben cumplir con las normas ISO
19932-1:2006 e ISO 19932-2:2006, relativas a los ensayos de seguridad,
resistencia mecánica y estanqueidad que deben superar. A la hora de
adquirirlas, se debe tener en cuenta que han de tener suficiente capacidad de
bombeo y han de disponer de sistemas que eviten que el operario entre en
contacto accidentalmente con el líquido. Es muy importante que tengan
suficiente resistencia mecánica para soportar su empleo prolongado, sobre todo
para evitar la rotura del depósito o la falta de estanqueidad del equipo.
Se recomienda que el
depósito no sobrepase los 15 litros de capacidad máxima y no debe presentar
fugas aunque esté tumbado en el suelo. Debe tener una boca suficientemente
ancha para facilitar su llenado con un cubo y disponer de un dispositivo en la
parte baja para facilitar el vaciado cuando se finaliza una aplicación.
Equipos hidráulicos de mangueras y
“pistolas”
Suponen un grado de
intermedio mecanización, ya que, aunque generan la presión del caldo sin apenas
intervención de los operarios, la distribución del mismo sobre la vegetación se
realiza manualmente (Figura 3). Son equipos que disponen de depósitos de gran
capacidad (500-2000 l), arrastrados o suspendidos por el tractor.
Figura 3. Pulverizador hidráulico de
pistolas.
Son equipos que
también se denominan de chorro proyectado porque la energía necesaria para que
el caldo llegue a su objetivo se consigue principalmente por la presión del
líquido. El alcance de las gotas producidas por la boquilla depende
principalmente de la presión, por lo que se suelen emplear presiones elevadas
(20-30 bar) para alcanzar el interior y las partes altas de la copa de los
árboles.
Las boquillas se
colocan sobre un dispositivo manual (pistola), que se conecta a la bomba
mediante una manguera flexible, lo que facilita el movimiento del operario
entre los árboles. Se recomienda que las mangueras sean menores de 25 m para
que sean manejables y reducir las pérdidas de presión entre la bomba y las
boquillas. Asimismo, su diámetro debe ser suficiente para no incrementar las
pérdidas de carga.
Las pistolas tienen
un sistema de apertura y cierre regulable que permite modificar el ángulo de
apertura del chorro proyectado. Al variar el ángulo de apertura se
modifica el diámetro del conducto de salida del caldo y, por tanto, la
presión, por lo que se modifica el alcance y tamaño de las gotas producidas. Se
recomiendan ángulos de apertura de 25-35º.
Equipos hidráulicos asistidos por aire
(turboatomizadores)
Son los equipos que
permiten el mayor grado de mecanización de la aplicación, pues únicamente
requieren al conductor del tractor. Además, permiten reducir el consumo de agua
y las pérdidas de producto por escurrimiento. Por permitir el tratamiento en un
corto espacio de tiempo, consiguen que éste se pueda realizar en el momento de
máxima sensibilidad de la plaga.
En el mercado se
pueden encontrar equipos suspendidos de hasta 1000 l, pero la mayoría de los
que se emplean actualmente son arrastrados y con depósitos de mayor capacidad
(1000-3000 l).
Se denominan equipos
de pulverización hidráulica asistidos por aire (Figura 4) o de pulverización de
chorro transportado porque las gotas producidas en la boquilla se incorporan a
una corriente de aire que asegura su transporte hasta el cultivo, al mismo
tiempo que remueve el follaje. Además de disponer de un circuito hidráulico
similar al de los equipos anteriores, tienen un sistema de movimiento del aire
formado por un ventilador de flujo axial y deflectores. El ventilador genera el
caudal de aire y los deflectores lo conducen de la manera deseada, haciéndolo
pasar alrededor de las boquillas y con la turbulencia necesaria para mover las
hojas de la copa.
Figura 4. Pulverizador hidráulico
asistido por aire
La mayoría de
ventiladores disponen de una caja de cambio que permite dos relaciones de
multiplicación entre la toma de fuerza del tractor y el eje del
ventilador, por lo que pueden producir dos caudales de aire. En general, se
recomienda el caudal más bajo para realizar los tratamientos dirigidos hacia el
exterior de la copa o cuando se trabaja con árboles pequeños o muy poco densos.
El caudal mayor se emplea cuando se requiere que el producto penetre en la
vegetación o alcance los troncos, en árboles de tamaño medio o grande y
con vegetación de normal a densa.
Al eje del
ventilador se le acopla un embrague que permite interrumpir el giro de la
hélice sin tener que desconectar la toma de fuerza y lo protege de posibles
enganchones.
La calidad del
equipo generador del caudal de aire es determinante para conseguir un buen
tratamiento. El equipo debe proporcionar el mismo caudal a ambos lados del
sentido de marcha, con el fin de que los árboles se traten homogéneamente por
ambas caras. Además, el aire debe salir a velocidades y direcciones adecuadas
para mover las hojas, pero sin traspasar demasiado la copa del árbol. Para
ello, los fabricantes incorporan distintos tipos de deflectores, tanto en la
aspiración del ventilador (para conseguir que el caudal se distribuya a partes
iguales por ambos lados), como a la salida del mismo (para producir una
turbulencia dirigida hacia el árbol). Algunos equipos presentan deflectores
verticales a la salida del ventilador para reducir las pérdidas por
deriva.
La presión del
circuito hidráulico no debe ser alta, como en el caso de los equipos de
pistolas, ya que únicamente tiene la misión de formar las gotas, no de
transportarlas. Por ello recomiendan en torno a 7-15 bar. Las presiones mayores
generan más consumo de combustible, desgaste de las bombas y circuitería
hidráulica y dan lugar a gotas demasiado pequeñas que favorecen su evaporación
y deriva.
A continuación se
indican las recomendaciones generales para los tratamientos
fitosanitarios con cítricos en la Comunidad Valenciana, cuando se emplean los
turboatomizadores (Tabla 1). La Tabla 2 muestra las condiciones específicas
para los tratamientos con aceites minerales. Es importante señalar que se trata
de recomendaciones generales que pueden variar sensiblemente en función de la
vegetación de la parcela.
Tabla 1. Recomendaciones
generales para los tratamientos con turboatomizador en cítricos. Árboles de
portes medios y adecuadamente podados. (Adaptado de diversas fuentes).
SITUACIÓN DE LA PLAGA
|
||
EXTERIOR
|
INTERIOR
|
|
Presión
(bar)
|
7 – 15
|
7 – 15
|
Volumen
(l/ha)
|
1000 –
1200
|
2000 –
3000
|
Velocidad
(km/ h)
|
2,0 –
3,0
|
1,5 – 2
|
Caudal
aire (m3/h)
|
30.000
– 40.000
|
40.000
–60.000
|
Tabla 2. Características
especiales de los tratamientos con aceites minerales. Árboles de portes medios
y adecuadamente podados. (Adaptado de diversas fuentes).
ACEITES MINERALES
|
|
Presión
(bar)
|
7 – 12
|
Volumen
(l/ha)
|
3500 –
4000
|
Velocidad
(km/ h)
|
1,5 – 2
|
Caudal
aire (m3/h)
|
40.000
–60.000
|
Otras
necesidades:
|
Homogeneizar
muy bien el caldo
|
Elementos de
Maquinarias Fitosanitarias
En este punto se
describen en detalle los elementos más importantes del circuito hidráulico
y, en el caso de los equipos asistidos por aire, del sistema de
generación del caudal de aire. Todos los circuitos hidráulicos de las máquinas
para la distribución de tratamientos están formados por: el depósito, la bomba,
el manómetro, las boquillas, y los filtros.
Depósito
El depósito es el
lugar donde se prepara y mantiene el caldo que se ha de pulverizar. En el
mercado actual se emplean dos materiales para la construcción de los depósitos:
la fibra de vidrio (poliéster) o el polietileno. Los depósitos de poliéster son
más caros y difíciles de limpiar interiormente, pero se pueden reparar con
facilidad en caso de rotura. Los de polietileno son más baratos y se limpian
mejor, pero son más frágiles y difíciles de reparar.
Muchos productos fitosanitarios son bastante
insolubles, o, como ocurre con los aceites minerales, deben mantenerse en una
emulsión que es relativamente inestable. Por ello los depósitos deben
tener un buen sistema de agitación. Aunque aun existen algunos
equipos con sistemas de agitación mecánicos (palas) (Figura 5), los sistemas
hidráulicos (Figura 6) suelen ser más eficaces y consumen menos energía. En
ellos, parte del caudal suministrado por la bomba se desvía hacia el depósito
y, gracias a una boquilla, se inyecta en el caldo y remueve el líquido del
depósito.
Figura 5. Agitador mecánico
Figura 6. Agitador hidráulico
Según la normativa
vigente, los depósitos deben ser de fácil limpieza, con el fin de que no
queden residuos de productos en ellos que se liberen los sucesivos
tratamientos. Por ello, no deben ser demasiado rugosos (menos de 100 micras) ni
externa ni internamente. También deben tener un indicador de contenido
calibrado, duradero y visible desde el puesto del conductor y desde el lugar de
llenado. Además, deben poder ser vaciados completamente.
Se recomiendan uno o
varios depósitos para el enjuagado del equipo, independientes del de “agua
limpia” destinado al operador, con una capacidad al menos igual a la décima
parte del volumen del depósito. Asimismo es recomendable que dispongan de
dispositivos para la limpieza de bidones de productos fitosanitarios, con
posibilidad de recuperar y transferir el agua de limpieza a la cuba.
La estanqueidad del
depósito es clave para una aplicación segura y respetuosa con el medio ambiente
y debe ser comprobada periódicamente.
Bomba
La bomba es uno de
los elementos más importantes del equipo. Proporciona la presión necesaria al
circuito hidráulico. En la actualidad se comercializan dos tipos de bombas: las
de pistones (Figura 7) y las de pistón-membrana (Figura 8). No disponemos de
datos que indiquen cuales son las de mejores prestaciones. En ambos casos, las
bombas pueden acompañarse de amortiguadores, cuya misión es mantener la presión
constante y evitar los altibajos en la misma que producen las emboladas.
Se debe revisar
periódicamente la conservación de la estanqueidad de la bomba, su adecuada
lubricación y el correcto estado de los pistones o de las membranas.
Figura 7. Bomba de pistones
Figura 8. Bomba de pistón-membrana
Manómetro
Un elemento muy
importante en el equipo es el manómetro (Figura 9). Es prácticamente el único
indicador del que dispone el aplicador para saber si está realizando su trabajo
adecuadamente. No hemos de olvidar que la presión influye sobre el caudal que
sale por las boquillas y sobre el tamaño de las gotas que producen. Por lo
tanto, la presión es, junto a la velocidad de avance del equipo, un factor
determinante sobre la efectividad del tratamiento.
Conviene recordar
que la presión a la salida de la bomba, que es donde suele encontrarse el
manómetro, no es la misma que en las boquillas ya que se producen pérdidas de
carga en las conducciones. Por ello se recomienda conocer estas pérdidas y
tenerlas en cuenta a la hora de realizar los tratamientos.
Figura 9. Manómetro
Boquillas
Las boquillas son
los elementos activos del equipo (Figura 10). Su misión consiste en dividir el
flujo de caldo en pequeñas porciones. Las boquillas que más se emplean en la
actualidad para distribuir insecticidas son las de turbulencia, bien de cono
hueco o bien de cono lleno. Éstas boquillas constan de dos partes: difusor y
núcleo, ambas piezas se encuentran bien por separado o integradas en un cuerpo
plástico.
Figura 10. Boquillas y sistema
antigoteo.
Es conveniente
recordar que el caudal que sale por una boquilla es aproximadamente
proporcional al cuadrado del diámetro del orificio y a la raíz cuadrada de la
presión. Por lo tanto:
·
Para aumentar el caudal de manera considerable se recomienda cambiar la
boquilla por una de orificio mayor en lugar de aumentar la presión.
·
El desgaste de la boquilla se traduce rápidamente en un aumento del
caudal proporcionado por la misma: una boquilla que proporciona más del 10% del
caudal nominal debe ser inmediatamente reemplazada.
·
Si la boquilla se obtura, se observa una reducción notable del caudal
que proporciona. Para limpiarla, se recomienda utilizar agua limpia y un
cepillo suave. Jamás se debe soplar con la boca (peligro de intoxicación) ni
utilizar un alambre (estropea la boquilla) para desembozarlas.
Los fabricantes de
boquillas facilitan unas tablas en las cuales aparece el caudal que deben
suministrar las boquillas en función de la presión (Anejo 1). Como norma
general se considera que las boquillas deben ser reemplazadas cuando el gasto
de caldo sobrepasa el 10% del nominal. El caudal suministrado a cada lado
del equipo debe ser similar.
A menudo se utilizan
boquillas de diferente calibre según su posición relativa respecto a los
árboles, con el fin de adecuar la cantidad de caldo que se distribuye a la
vegetación con la que se enfrentan.
Según el material
del que están fabricadas, las boquillas pueden ser:
·
De cerámica: Presentan una gran resistencia al desgaste, pero producen
gotas con una distribución de tamaños muy amplia.
·
De acero inoxidable o materiales plásticos: Se desgastan con mayor
rapidez, por lo que deben ser controladas cada cierto tiempo. Sin embargo
presentan una distribución más homogénea de tamaños de gota.
Actualmente en la
mayoría de los equipos se dispone de un sistema antigoteo (Figura 10), cuya
función es evitar que el líquido que queda en los conductos se pierda por las
boquillas. Para que las proporcionen el caudal máximo el agujero del sistema
antigoteo debe de alinearse con el agujero de la boquilla. Esto es muy
importante que lo tengamos en cuenta a la hora de orientar las boquillas en los
turboatomizadores ya que se deberán orientar también lso antigoteos.
Filtros
Los filtros tienen
como misión conservar el equipo en buen estado de funcionamiento. Deben
proteger a la bomba (Figura 11) y a las boquillas, evitando la entrada de
partículas que produzcan la abrasión de los elementos fijos o móviles o la
obturación de las boquillas (Figura 12).
Figura 11. Filtro a la entrada de la
bomba
Figura 12. Filtro a la entrada del
depósito
Ventilador
Como se ha indicado
anteriormente los equipos asistidos por aire disponen de un ventilador axial
que se encarga de provocar el movimiento de las hojas y de transportar las
gotas hasta su destino final.
Es muy importante
señalar que es el elemento que mas energía consume. Por tres motivos: la
calidad del transporte de las gotas, la generación de movimiento en las hojas
para poder tratarlas adecuadamente y el elevado consumo de energía, el diseño
del ventilador es decisivo en las prestaciones del equipo.
La salida de aire
debe ser simétrica a ambos lados del equipo. Las rejillas de aspiración deben
mantenerse limpias de hojas y suciedad, con el fin de no reducir la eficacia
del ventilador.
Mantención Equipos
Fitosanitarios
La limpieza y mantenimiento tienen
como objetivo garantizar la seguridad y salud de las personas, reducir la
contaminación y asegurar el reparto adecuado del producto fitosanitario.
Como ya hemos comentado, los
medios empleados para la aplicación de productos fitosanitarios determinan en
gran medida la eficacia del tratamiento. Cuando un equipo no se mantiene en un
correcto estado de funcionamiento, no se pueden controlar los parámetros que
afectan a la eficacia del tratamiento. Además, un equipo mal regulado o con
desgaste excesivo tiene un potencial contaminante mayor y aumenta los
riesgos de toxicidad para el agricultor.
La Directivas europeas de
seguridad en máquinas (98/37/CE) y de máquinas para la aplicación de
plaguicidas (2009/127/CE) obligan a entregar al comprador un manual de instrucciones
en la lengua del país en donde se vende. Este documento debe recoger las
instrucciones de mantenimiento del equipo y debe exigirse al vendedor
El mantenimiento de los equipos es
una parte más del trabajo de aplicación Si se realiza adecuadamente permite
mantener la calidad de los tratamientos y alarga la vida útil de las máquinas.
Las consecuencias más importantes de la falta de mantenimiento aparecen
en la Tabla 3.
Tabla 3. Consecuencias de un mantenimiento
inadecuado.
ELEMENTO
|
CONSECUENCIAS
|
Filtros
sucios, rotos o ausentes
|
Pérdidas
de carga
|
Deterioro
de otros elementos: bomba, boquillas, válvulas
|
|
Manómetro
ilegible o estropeado
|
Dosificación
errónea
|
Inadecuada
distribución del producto
|
|
Bomba
|
Mala
dosificación
|
Boquillas
desgastadas
|
Dosificación
irregular
|
Mayor
escorrentía
|
|
Ventilador
defectuoso
|
Distribución
no homogénea del producto
|
Aumento
de la deriva
|
Puesta en servicio de un equipo nuevo
Antes de trabajar con un equipo,
para eliminar los residuos producidos durante el mecanizado y fabricación del
circuito hidráulico, se recomienda:
·
Quitar el tapón de vaciado y aclarar el depósito
con agua
·
Poner de nuevo el tapón y llenar el depósito hasta
el 20% de su capacidad
·
Hacer funcionar el pulverizador y abrir el
distribuidor para vaciar todas las conducciones, quitando una boquilla (o
tapón) en el extremo de cada tramo que tenga alimentación independiente
·
Desmontar, limpiar y montar de nuevo todos los
filtros y todas las boquillas.
Mantenimiento al finalizar la jornada
Si después del tratamiento
permanece en el depósito caldo que no ha podido ser distribuido, se deben
respetar las siguientes normas:
·
No verter el sobrante en un río o en las
proximidades de cualquier punto de agua.
·
Vaciar y enjuagar el equipo con precaución en
lugares tan alejados como sea posible de puntos de agua potable. No se debe
dejar nunca el caldo en el depósito sin agitación continua.
·
Enjuagar con una manguera el depósito por dentro y
por fuera
·
Llenar el depósito con agua limpia y los aditivos
correspondientes según el tipo de producto usado en el tratamiento:
o
Productos aceitosos: agua con detergente líquido, y
aclarado con agua pura al final.
o
Herbicidas hormonales: solución amoniacal al 20% y
varios aclarados. Carbono activado a 100 gramos por cada 100 litros durante 12 horas.
o
Residuos de cobre: ácido acético (1 litro de
vinagre por 100 litros de agua). Después del lavado esperar 2 horas.
o
Clorato sódico y fungicidas orgánicos de síntesis:
se debe eliminar cualquier resto del interior y exterior del depósito para
evitar el riesgo de incendio.
·
Hacer funcionar el dispositivo de agitación, de
modo que circule el agua por todas las conducciones hasta las boquillas.
·
Verificar las boquillas y limpiar o sustituir las
que presenten anomalías.
·
Revisar los filtros, desmontar y limpiar los que
esté obturados.
·
Revisar los puntos de engrasado.
·
Revisar los niveles de aceite en el cárter de las
bombas. Añadir o cambiar si fuera necesario.
·
Revisar los neumáticos
·
Mantener limpia de hojas y elementos extraños la
rejilla protectora del ventilador.
·
Si hay riesgo de helada, vaciar completamente las
conducciones y la bomba, o utilizar una solución anticongelante.
Al finalizar la temporada
Antes de almacenar los equipos
durante un largo periodo de tiempo, se deben realizar las siguientes operaciones:
·
Limpieza completa.
·
Vaciar las bombas y conducciones
·
Comprobar el nivel de aceite en el cárter de las
bombas
·
Engrasar todas las partes mecánicas móviles.
·
Verificar la presión de hinchado de los neumáticos.
·
Quitar la presión de la válvula reguladora para que
su muelle de accionamiento quede en reposo.
·
Proteger con pintura todas aquellas zonas que hayan
sufrido roces o desgastes para evitar que se oxiden.
·
Si es posible, dejar la maquina levantada del suelo
y en lugar seco.
Inspección de la maquinaria de tratamientos
La inspección de la maquinaria de
tratamientos permite verificar la seguridad para el operador y reducir el
riesgo potencial de contaminación del medio ambiente de los productos
fitosanitarios.
Durante la inspección se verifica
el cumplimiento de los requisitos normativos establecidos para equipos nuevos y
en uso (Directivas 2009/127/CE y 2009/128/CE). El ensayo incluye básicamente
las siguientes comprobaciones:
·
Comprobación del correcto estado del manómetro.
·
Medición del caudal de salida del aire del
ventilador en los turbo atomizadores.
·
Medición del nivel sonoro (ruido) que soporta el
trabajador.
·
Comprobación de la pérdida de presión entre el
regulador y las boquillas.
·
Medición del caudal de salida del líquido en todas
las boquillas.
·
Control de nivel de desgaste de las boquillas.
·
Comprobación del estado de los filtros, válvulas y
tuberías.
·
Comprobación del estado general de la bomba de
impulsión del sistema.
·
Observaciones sobre el estado general,
mantenimiento y conservación del equipo.
·
Comprobación del correcto estado de las medidas y
dispositivos de seguridad.
Como resultado de la inspección el
usuario recibe un informe técnico del estado del equipo en el momento del
ensayo, así como recomendaciones para mejorar sus prestaciones. La Generalitat
Valenciana ofrece un servicio de inspección de equipos para tratamientos
fitosanitarios, que es gratuito y obligatorio cada 3 años para los productores
inscritos en Producción Integrada. Asimismo, la inspección de los equipos por
entidades acreditadas es obligatoria para cualquier producción adaptada a
códigos de buenas prácticas agrícolas (GAP). Es alarmante comprobar que,
a pesar de las inspecciones, todavía muchos equipos presentan serias
deficiencias de seguridad para los operarios y mantenimientos inadecuados.
Ajuste Equipo Hidráulico
El pulverizador hidráulico
asistido por aire es el equipo más complejo y su correcta utilización depende
principalmente de su ajuste. Las operaciones de ajuste, a menudo llamadas
incorrectamente calibración del equipo, consisten en un conjunto de cálculos
para decidir:
-
Las boquillas (tipo y número) que se emplearán en el tratamiento
-
La presión
-
La velocidad de avance del tractor
Definiciones
A menudo se emplean distintas
palabras para expresar la cantidad de producto fitosanitario que se quiere
distribuir en un tratamiento y a veces, a la misma palabra, según quien la use,
se le atribuyen distintos significados. Ambas situaciones conducen a una gran
confusión entre los operarios y técnicos e impide comparar los resultados de
los tratamientos. Por este motivo, es importante aclarar los términos y
utilizarlos siempre de la misma manera. En este apartado definimos los
siguientes:
DEFINICIONES
·
Volumen de aplicación: cantidad
de caldo que se distribuye por unidad de superficie (l/ha).
·
Dosis: cantidad
de producto
fitosanitario que se distribuye
por unidad de superficie de la parcela (l/ha o kg/ha) o unidad de volumen de
vegetación (l/m3 vegetación).
·
Concentración:
cantidad de producto fitosanitario en el caldo (normalmente se expresa como
porcentaje, como cm3/hl, etc.). Muchas veces se
confunde esta concentración con la dosis, pues en las etiquetas de los
productos fitosanitarios aparece la palabra dosis.
·
De estas tres definiciones se deduce que
DOSIS = VOLUMEN x CONCENTRACIÓN x constante
donde la constante es un número para corregir las
unidades con las que se expresan la concentración y el volumen. Por
ejemplo, un caldo que se distribuye a razón de 2000 l/ha de un producto líquido
que se mezcla al 1%, genera una dosis de aplicación de:
DOSIS (cm3 de producto /ha)
= 2000 l caldo/ha x 1 cm3 de producto/ 100 cm3 caldo x 1000 cm3 /l =
20000 cm3de producto /ha
= 20 l de
producto /ha
Cómo ajustar un equipo montado sobre tractor
Una vez determinado el volumen de
aplicación, para ajustar un equipo de tratamiento se deben seguir los
siguientes pasos:
·
Seleccionar el régimen (revoluciones) del motor.
·
Seleccionar la velocidad de avance del tractor.
·
Determinar el caudal total instantáneo que debe suministrar el equipo
(l/min).
·
Elegir las boquillas y la presión de trabajo. Verificar los caudales.
·
Calcular la cantidad de producto fitosanitario y de agua que se ha de incorporar en el depósito.
Ejemplo práctico
Se ha recomendado realizar un
tratamiento insecticida contra mosca blanca con un volumen de caldo aproximado
de 1750 l/ha. Dado que es un tratamiento contra una plaga exterior, la
velocidad del equipo deberá de ser entre 2-3 km/h. El tratamiento se realizará
en una parcela plantada a 6 x 4 m. El tratamiento se realizará con un
turboatomizador que consta con un depósito de 1500 l de capacidad y de 16
boquillas.
Supongamos que queremos emplear un
producto con las siguientes características:
·
Materia activa: BUPROFEZIN 25% [WP] P/P
·
Presentación: EC – Concentrado emulsionable
·
Dosis de etiqueta (concentración recomendada):
0.04-0.08 (%)
1.- Seleccionar
el régimen (revoluciones) de la toma de fuerza y del motor.
Normalmente, el fabricante del
equipo de pulverización recomienda una velocidad de giro de la toma de fuerza
que considera óptima para el funcionamiento del mismo. A dicha velocidad de
giro, los ejes de accionamiento, la bomba y el ventilador giran a un punto
óptimo de revoluciones que les hace ser más eficaces (producen suficiente
presión y cantidad de aire respectivamente, con menor consumo y desgaste).
Por lo general, los fabricantes
actuales recomiendan una velocidad de giro de la toma de fuerza de entre 480 y
540 revoluciones por minuto (rpm). En el ejemplo vamos a suponer que el
fabricante recomienda 540 rpm. Fijada la velocidad de la toma de fuerza (tdf),
queda determinar cuál debe ser el correspondiente régimen del motor del
tractor.
Recordemos que la velocidad de la
tdf y del motor se relacionan mediante la llamada relación de transmisión, que
se define como
Relación de transmisión= Velocidad
del motor / velocidad tdf [3]
O, lo que es lo mismo:
Velocidad del motor = relación de
transmisión x velocidad tdf
Si disponemos de un tacómetro,
podemos medir ambas velocidades de giro. Por ejemplo, supongamos que cuando el
motor del tractor gira a 1700 rpm, medimos con el tacómetro que la velocidad de
la tdf era igual a 452 rpm. Entonces, la relación de transmisión es:
Relación de transmisión = 1700 /
452 = 3,78
La velocidad de la tdf que
deseamos es 540 rpm, por lo tanto, la velocidad del motor a la que debemos
trabajar es:
540 x 3,78 = 2041 rpm
Sin embargo, a menudo no
disponemos de tacómetro. En ese caso podemos:
A. Consultar el libro de
características técnicas del tractor y buscar la relación de transmisión entre
la velocidad del motor y de la toma de fuerza.
B. En muchos tractores, el panel
de control indica no solamente la velocidad de giro del motor, sino también la
velocidad de giro de la toma de fuerza. Muchos tractores modernos llevan un
panel electrónico que la indican, pero también los tractores más antiguos
llevan un sistema mecánico de aguja que permite conocerla.
C. En algunos tractores en el
panel se señala con una marca el régimen del motor que produce 540 rpm en la
toma de fuerza.
2.- Seleccionar
la velocidad de avance del tractor.
Cuando el tractor trabaja a muy
baja velocidad, como ocurre cuando se aplican tratamientos fitosanitarios, la
velocidad de avance que marca el panel de control es poco fiable, incluso si el
panel es electrónico. Por ello, es conveniente hacer medidas más exactas de
esta velocidad de avance utilizando un sencillo procedimiento, consistente en
hacer recorrer al tractor, al régimen calculado en el apartado anterior una
distancia conocida y medir el tiempo empleado en recorrerla. Estas medidas se
hacen con cada una de las marchas más cortas del tractor y no es necesario
repetirlas mientras no se cambie el tamaño de las ruedas. Para obtener la
velocidad del tractor en kilómetros por hora, se realiza el siguiente cálculo:
Velocidad (Km/h) = Distancia
recorrida (m) / Tiempo empleado (s) x 3,6
Supongamos que se realiza un
ensayo con el tractor anterior, que dispone de cuatro velocidades cortas y
cuatro largas. Se pone el tractor a 2041 rpm y se cronometra el tiempo que
tarda en recorrer una distancia de 100 m en línea recta. Se obtienen los
siguientes tiempos:
MARCHA
DEL TRACTOR
|
TIEMPO
(s)
|
1ª
corta
|
234.8
|
2ª
corta
|
163.9
|
3ª
corta
|
138.7
|
4ª
corta
|
109.2
|
1ª
larga
|
76.2
|
2ª
larga
|
65.5
|
La velocidad de avance en
kilómetros por hora se calcula con la fórmula anterior y resulta:
Marcha: 1ª corta a Velocidad (Km/h)= 100 (m) /
234,8 (s) x 3,6 = 1,5 Km / h
2ª corta a 2.1 km/h
3ª corta a 2.5 km/h
4ª corta a 3.2 km/h
Por tanto, para el
tratamiento escogemos la marcha 2ª corta, que produce una velocidad
del tractor de 2,1 km/h cuando éste lleva el motor a 2041 rpm.
3.- Determinar
el caudal total que debe suministrar el equipo (l/min).
El caudal de caldo que debe
suministrar el equipo se calcula con la siguiente fórmula:
Caudal totsl (l/min) = (Velocidad
(Km/h) x Anchura de calle (m) x Volumen (l/ha)) / 600
Recordando que la anchura de la
calle es de 6m, tenemos que:
Caudal total (l/min) = 2,1 Km/h x 6 m x 1750 l/ha /
600 = 36,8 l/ min
4.- Elegir
las boquillas y la presión de trabajo. Verificar los caudales.
El equipo dispone de 16 boquillas,
no obstante en función de la vegetación es posible que no se utilicen todas.
Para saber el número de boquillas que se van a utilizar deberemos
pulverizar con agua en la parcela, situarnos detrás del equipo y cerrar u
orientar las boquillas que no dirijan el chorro hacia la vegetación.
En este caso, suponemos que la
vegetación es espesa y que se van a emplear las 16 boquillas. Por lo tanto, el
caudal que debe suministrar cada una de ellas es:
Caudal por boquilla (l/min) = 36,8
l /min / 16 boquillas = 2,3 l/min
En la Figura 12
se muestra una tabla de boquillas y se indican las posibles boquillas a
utilizar dentro del rango de presiones recomendadas (7-12 bar). Decidimos
seleccionar la 1553-16 y la presión de trabajo será de 10 bar.
Fig. 12.- Tabla de boquillas y selección de las
mismas
|
Sin embargo, puede ocurrir que interese distribuir
el caudal del equipo de manera proporcional a la vegetación. Supongamos que
existe más vegetación en la parte más alta de los árboles, tal y como se indica
en la Figura 13.
Figura 13. Porcentaje de distribución del caldo en
la vegetación
En este caso procederemos como
sigue. El caudal que deben suministrar las boquillas de la mitad superior es el
60% del total, es decir 36.8 x 0.6 = 22.1 l/min
Si ponemos todas las boquillas
iguales en la mitad superior, cada boquilla debe proporcionar
22.1 / 8 = 2.7 l/min
La boquilla 1553-20 a 8 bar
proporciona 2.68 l/min
El caudal que debe proporcionar la
mitad inferior de la máquina es 36.8 x 0.4 = 14.7 l/min
Cada boquilla deberá proporcionar
entonces 14.7 / 8 = 1.8 l/min, lo que induce a elegir, utilizando la
presión seleccionada anteriormente (8 bar), la boquilla 1553-14, que
proporciona 1.7 l/min.
De este modo, con dos tipos de
boquillas se puede dividir el caudal de caldo de manera que se dirija una mayor
cantidad a la parte superior de las copas.
Verificación del caudal:
En general, los caudales teóricos
no son exactamente iguales a los que proporcionan las boquillas, por lo que es
conveniente recalcular el volumen realmente aplicado.
Para ello, utilizando un reloj y
una probeta o cubo se miden los caudales que proporcionan las boquillas cuando
el manómetro del equipo indica la presión a la que se realizará el tratamiento.
Una vez calculado el caudal que proporciona el equipo, se calcula el volumen
aplicado con la fórmula:
Volumen (l/ha) = [Q (l/min) * 600] / [v (Km/h) * A
(m)]